Poesia

A FRAY MAMERTO ESQUIÚ

Yo te encontré en un libro
y una estampa.

Y desde entonces te seguí
por esa senda humilde
que vuelve y te retiene en Catamarca.

Me parecías un cóndor
y a veces el hornero por tu sayal
y tu sandalia.

Yo contemplaba el fondo de tus ojos
cuando volaba tu paloma blanca.

Supe entonces que amabas la pobreza
del lirio de tu infancia.

Y que llevabas tus Sierras Gracianas
y el algarobo y la labranza,
en la pila bautismal que aró tus noches
desde Piedra Blanca.

Un paisaje vestido de estameña
se alzaba en tu figura franciscana;
pero tu verbo iluminaba América
mientras quemabas la chamiza solamente
del bosque que ocultabas.

¡Oh Santo!

Como buscabas el corazón de tu rebaño.
<<¡Obedeced! Sin sumisión no hay ley>>.
Clamaba tu elocuencia.

La anarquía te dolía porque escuchabas
los pájaros del amanecer
en la Patria de Dios celeste y blanca.

Nos amabas para la independencia y para la gloria.
<<...esta República de mi eterno amor>>.

Pero la fama lastimó
tu estameña terrenal.

Ibas con nosotros a cuestas, más allá.
Eramos tu rebaño.

Huyendo de la gloria, la selva de Tarija
te entregó en mansedumbre al chiriguano.

Y en Tierra Santa
el valle de tu sangre se blanqueaba en
achumas
cuando alzabas la hostia del Dios Crucificado.

Y en esa llamaraba presentabas
la patria, que te pedía volver.

Y volviste.

Córdoba te necesitaba,
pero dejaste el corazón en Catamarca.

Para el milagro de tu amor bastaba
el arenal del Suncho,
un rancho solitario, un algarrobo,
y en un catre de tiento
tu sayal franciscano ya tendido
casi besando el suelo
...y después unas tablas.

El rosario rodando con las lágrimas
de unos cuantos humildes.

Ellos tuvieron la suprema gracia
de besarte las manos
en nombre de tus feligresías y de la Patria.

<<Deseo que mi corazón descanse en Catamarca>>

Ya descansa.

Lo recibió el convento que te guarda en reliquias
tu celda y tus sandalias.

Pero la Patria pide otra vez tu palabra.

Esta vez desde tu altar
y desde tu estatua.


Autor: Ma. Emilia de Suárez Hurtado








Foto: Estatua de Fray Mamerto Esquiu